Parece otro momento destacado en el cambiante panorama normativo estadounidense.

En febrero, el Public Company Accounting Oversight Board (PCAOB) retiró dos normas de gran repercusión destinadas a mejorar la transparencia y la supervisión de las empresas de auditoría. La norma sobre informes de las empresas, que abarcaba ámbitos como los honorarios de auditoría, y la norma sobre métricas de las empresas y los encargos, que abordaba la participación de los socios y la dirección, la carga de trabajo, las horas de formación y la retención del personal de auditoría, se pusieron en marcha el pasado noviembre a bombo y platillo.

En aquel momento, la presidenta del PCAOB, Erica Y. Williams, declaró que harían la supervisión del PCAOB "más eficaz" y proporcionarían a los inversores, los comités de auditoría y otros interesados datos claros, coherentes y procesables. Estas normas se remitieron a la Comisión del Mercado de Valores (SEC) para su aprobación.

Pero el cambio de administración, con la presidencia de Donald Trump marcando el comienzo de un enfoque regulatorio marcadamente diferente y nombramientos clave como el del presidente en funciones de la SEC, Mark Uyeda, cambió la dinámica. En enero, la SEC anunció que daría más tiempo para comentarios públicos sobre estas normas separadas pero relacionadas. Luego, en febrero, el PCAOB retiró discretamente las propuestas un mes antes de la fecha prevista para que la comisión las aprobara o rechazara, sin dar explicaciones.

Para muchos en el sector de la contabilidad, esta retirada supuso un alivio. Las pequeñas y medianas empresas llevaban tiempo considerando que la normativa del PCAOB añadía cargas administrativas, lo que dificultaba atraer y retener talento.

Esta tensión ha ido en aumento desde la introducción de la Norma 3502 en junio de 2024, que ampliaba la responsabilidad de los auditores. Esa norma sigue vigente. El American Institute of Certified Public Accountants (AICPA) advirtió de que algunas pequeñas y medianas empresas podrían renunciar por completo a auditar empresas públicas. Con la retirada de las nuevas normas, muchas empresas pueden sentirse reivindicadas.

Los detractores del PCAOB sostienen que su normativa, concebida originalmente en respuesta a grandes escándalos como el de Enron, no ha sabido seguir el ritmo de la evolución de la profesión, incluido el crecimiento de los lucrativos servicios distintos de la auditoría. Incluso la función principal del PCAOB de inspeccionar los documentos de trabajo de auditoría se ha sometido a escrutinio, con la preocupación de que los resultados no siempre se hicieran públicos. Algunos sostienen que, a pesar de los más de dos mil millones de dólares gastados en la última década, la calidad de las auditorías no ha mejorado significativamente.

En particular, los críticos del PCAOB destacan que la supervisión del consejo no sacó a la luz fraudes empresariales de gran repercusión en EE.UU., como Theranos, Wells Fargo, Silicon Valley Bank, Wirecard y FTX. Algunos piden ahora que el Comité de Organizaciones Patrocinadoras (COSO, por sus siglas en inglés), formado por los cinco principales organismos contables de EE.UU., asuma un papel más importante en la supervisión de la calidad de las auditorías.

Con la retirada de las normas propuestas por el PCAOB, los profesionales de la auditoría que abogan por un régimen regulador menos estricto parecen haber ganado esta ronda. Esto es especialmente cierto dado que las normativas relacionadas, como la norma de divulgación climática de la SEC, también parecen enfrentarse a desafíos. El presidente en funciones de la SEC, Mark Uyeda, señaló recientemente estos contratiempos.

Los críticos podrían decir que los esfuerzos de los grupos de presión desempeñaron un papel en la configuración de estos resultados. Pero la realidad es que la defensa de las partes interesadas forma parte del proceso. Pocos esperaban que el régimen regulador que surgió en respuesta a los escándalos de principios de la década de 2000 se desmantelara tan a fondo con tanta rapidez.

Consecuencias imprevistas

La gran pregunta ahora es qué significarán estos cambios para la calidad de la auditoría y la confianza, especialmente a la luz del proyecto de ley fiscal de la Cámara de Representantes que propone desmantelar el PCAOB, presentado en junio de 2025. Algunos observadores advierten de que un enfoque normativo menos estricto puede dar lugar a un aumento de las reafirmaciones financieras, ya que los informes de auditoría sin reservas se someten a escrutinio.

Los auditores también se enfrentarán al reto de demostrar el valor que aportan a sus clientes en este nuevo entorno. Con la tecnología avanzada y la IA asumiendo cada vez más tareas rutinarias, surgirán preguntas sobre el nivel de escrutinio humano y el juicio profesional aplicado.

Las cuestiones clave, como la salvaguarda de la calidad, la integridad, la objetividad y la independencia, serán aún más críticas. Este reto se ve agravado por los problemas de mano de obra: muy pocos licenciados universitarios se incorporan a la profesión justo cuando se jubilan los auditores experimentados, mientras que la postura de la Administración contra las iniciativas de DEI podría afectar aún más a la diversidad en la carrera.

Todo ello alimenta la preocupación de que Estados Unidos siga siendo vulnerable al fraude financiero. Los críticos sostienen que no hay ninguna razón de peso para hacer retroceder las normas de auditoría, ni ahora ni nunca.

Hasta ahora, los inversores han guardado silencio, quizá por temor a una reacción violenta por hablar en el actual clima político. Pero, ¿qué impacto tendrá en el resto del mundo?

Muchos creen que el nuevo regulador de auditoría del Reino Unido, la Autoridad de Auditoría, Información y Gobernanza (ARGA), podría verse influido por lo ocurrido en Estados Unidos. Algunos predicen que el rechazo de la profesión a las cargas normativas cobrará impulso en el Reino Unido, con el argumento de que demasiadas normativas hacen que el Reino Unido sea menos competitivo que Estados Unidos. Sin embargo, los inversores del Reino Unido pueden estar más dispuestos a hablar, sin miedo a las represalias del gobierno.

También existe la sensación generalizada de que la postura desreguladora de EE.UU. podría extenderse e influir en la agenda de crecimiento del Reino Unido. Algunos advierten de una posible "carrera a la baja" si el Reino Unido debilita su propia normativa de auditoría en respuesta.

En un mercado global, es probable que las empresas reproduzcan las políticas estadounidenses en sus operaciones en el extranjero, sobre todo en torno a iniciativas como la reducción de las DEI. Dado que la FCA ya ha retirado sus propuestas de DEI, es posible que esta tendencia se esté imponiendo.

En los próximos meses y años, las repercusiones del cambio en la regulación de las auditorías en Estados Unidos podrían sentirse en todo el mundo. Tanto para los profesionales de la auditoría como para los inversores, mantener la confianza, la calidad y la transparencia en el proceso de auditoría será más importante que nunca.

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